Siendo una de aquellas joyas que se pueden encontrar ocultas en los años 80′, La Serpiente y el Arco iris (The Serpent and the Rainbow) del director Wes Craven, permite ver los vestigios de los «otros» zombies, bien alejados de la visión de George A. Romero. Los zombies de Wes tienen una visión más realista, ya que se basa en los escritos de Wade Davis, quien también era especialista en etnobotánica, una rama científica que se basa en la investigación de mezclas medicinales aplicadas por diferentes religiones y etnias alrededor del mundo.
Desde esa perspectiva, la película sitúa a su personaje central, el antropólogo Dennis Alan, en la búsqueda de medicinas que podrían salvar vidas, pero esa búsqueda lo lleva de viaje a Haití, en sus años más violentos. De esa manera, se ve envuelto en grupos armados por una dictadura, mientras intenta averiguar sobre cómo trabaja el vudú y quiénes suelen ser afectador por los hechiceros de la religión, mejor conocidos como zombies.
Para muchos, Romero es el maestro de los zombies, pero sus creaciones sobresalen de la realidad, mientras que en La Serpiente y el Arco iris, Wes se apega más a una verdad, a lo vivido y plasmado dentro de los relatos de Wade, con un toque de sobrenatural para sumergirnos en el terror, de un mundo oscuro, desconocido, un mal viaje por Haití.
Al igual que otras películas de terror, nos hace dudar de la realidad junto con el protagonista, con preguntas como ¿Qué es real y qué no lo es?. Tomando en cuenta que se sitúa en un lugar mágico y lleno de polvos misteriosos, está película definitivamente nos mantiene pegados a nuestros asientos.
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